El otro día, en una de mis sesiones de mentoría, un cliente me dijo: ¿Por qué no escribes un artículo sobre cómo controlar nuestros pensamientos? Seguro que le sirve a mucha gente.
Yo me tomo muy en serio estas peticiones porque, finalmente, a parte de para mí, escribo para esas personas a quienes pueda ayudar con mis pocos o muchos aprendizajes.
Por eso, he decidido dedicarle esta semana a ellos, a nuestros pensamientos.
No sé si saben que dicen que tenemos una media de unos 60.000 pensamientos al día, en realidad, siempre me pregunto cómo habrán podido calcular esa cantidad… no obstante, como el número no es algo que me preocupe, tampoco voy a indagar mucho más ahí.
Lo que sí que me preocupa, y me ocupa, es que, la mayor parte de esos pensamientos tienen dos características:
- Suelen ser los mismos de cada día, es decir, repetimos los mísmos pensamientos día tras día, la mayoría de las veces sin darnos cuenta de este hecho.
- Suelen ser limitadores y basados en preocupaciones de cosas que, probablemente, nunca ocurrirán.
Entramos, entonces, en una dinámica autodestructiva, sin darnos cuenta, donde nuestros pensamientos van dirigiendo nuestra vida y, como podemos deducir, no de la mejor forma si no tomamos consciencia y hacemos algo al respecto.
Ya lo dijo Gandhi:
“Cuida tus pensamientos porque se convertirán en palabras, cuida tus palabras porque se convertirán en tus actos, cuida tus actos porque se convertirán en tus hábitos, y cuida tus hábitos porque se convertirán en tu destino.”
Y ese destino no es, ni más ni menos, que tu vida.
Parece importante esto de tomar en serio nuestros pensamientos ¿no?
Al menos, para mi, fue todo un descubrimiento.
La primera vez que me dijeron, “tú no eres tus pensamientos”, he de reconocer que me quedé varios días dándole vueltas a esa frase, y a la vez, observaba esos pensamientos que daban vueltas en mi cabeza cuestionando, a la vez, la misma frase.
Me sentía como en las películas cuando sale el diablillo a un lado de tu cabeza y el ángel al otro.
Diablillo:
Pues claro que eres tus pensamientos ¿quién vas a ser si no?
Ángel:
Pues algo superior ¿cómo vas a ser ese bicho de ahí?
En fin…
Esta batalla estuvo librándose, como digo, varios días, pero entonces comencé a meditar a diario, y comencé a “observar” desde otra perspectiva, a esos pensamientos.
Conseguía disociarme de ellos y observarlos, les hablaba, les daba las gracias por aportar lo que tuviesen que aportar, y los invitaba a irse, y así, cada día.
Entonces me di cuenta de cuantas veces me estaba limitando a mí misma, cuantas veces me decía cosas que no me hacían bien, y también, me di cuenta de que daba exactamente igual que fuesen verdad o no, que la verdad es tan relativa, que es irrelevante para nuestro cerebro. Y que tenía que buscar esas frases, esas afirmaciones, que sí que me servían para potenciar mi ser y que iban a sustituir a esos pensamientos limitadores.
Y comencé a anotar tanto esos pensamientos que me llegaban y, de alguna forma no me hacían sentir bien, como esas frases potenciadoras por las que los iba a cambiar y que me iba a repetir cuando volviese a identificarlos.
Por supuesto que esto requiere de mucha práctica, no es algo que podamos hacer de la noche a la mañana, pero la buena noticia es que “ahora” es el mejor momento para empezar a hacerte consciente de esto que te estoy contando. Y además, “ahora” es el único momento en el que puedes hacer algo si quieres comenzar a ser tú quien diriges tus pensamientos y no permitir, que sigan siendo ellos, quienes dirijan tu vida.
En resumidas cuentas, la secuencia de este ejercicio sería:
- Hazte vigilante de tus pensamientos, al principio requiere de voluntad y de estar “alerta”. Es necesario que comiences a “disociarte de ellos”.
Inténtalo durante varios días seguidos, lleva una pequeña libreta contigo o anótalos en el móvil si te resulta más cómodo. Siempre que los identifiques, escríbelos.
2. Cuando hayas identificado varios días esos pensamientos repetitivos y que te limitan de alguna forma, busca otros por los que puedas sustituirlos, busca esas frases potenciadoras. Por ejemplo:
a. Pensamiento limitador: Soy un desastre.
b. Frase potenciadora: Soy tan creativa que a veces me salgo de la norma.
a. Pensamiento limitador: No voy a poder con esto.
b. Frase potenciadora: Yo puedo con esto y con más, y para ello voy a …
3. Repítete las frases potenciadoras varias veces al día, siempre que te acuerdes, como si de un mantra se tratase, puedes incluso ponerte alarmas que te recuerden que es el momento de “potenciarte”.
Poco a poco, esas frases pasarán a ser parte de tu subconsciente, y te saldrán “automáticamente”.
Para que se instale definitivamente (cómo un hábito más) es necesario una media de 66 días… que, estarás de acuerdo conmigo, ¡¡no es nada comparado con toda una vida de limitaciones!!
Puedes repetir este proceso siempre que quieras, además, una vez que adquieres el hábito de ser una persona observadora de tus pensamientos, lo haces sin darte cuenta, de forma inconsciente, con todas las ventajas que esto tiene 🙂
Cuando comenzamos a sustituir ese tipo de pensamientos limitantes por otros que nos potencien, nuestro cerebro comienza a predisponernos para hacer realidad todos esos pensamientos que nos decimos, porque, con eso, le estamos dando la oportunidad de que nos muestre diferentes caminos o alternativas hacia donde dirigirnos para convertirte en esa persona que le estás diciendo que eres… ¿no es maravilloso?
Una última cosa que me gustaría decirte antes de acabar este artículo es que, como siempre digo, y también dicen otras muchas personas, no quiero que me creáis, quiero que lo comprobéis 😊
Deseo que este artículo te haya gustado y que, sobre todo, te haya servido.